El narrador

Ahí esta, como todes las noches y tardes, tumbado en mi cama. Dormido en su profundo sueño, sin enterarse que estoy perturbando su sueño. Además, hace sus deberes en mi mágica mesa de estudio, en la que hacía yo hace años todos mis trabajos. No respeta las normas de mi habitación, destroza mis recuerdos y no cuida mis propiedades. Me temo que tendré que dormir en mi armario, ahora lleno de sus polvorientas ropas de los domingos para poder olvidarme de sus malas costumbres.